miércoles, 15 de julio de 2020

Confinados

El confinamiento nos pilló en una buena situación, por un error en un pedido a la droguería (juro que fue un error) teníamos 5 paquetes de 8 rollos cada uno de papel higiénico. Además la caja en la que vinieron era (y es) gigante y Lima la aprovechó para hacerse una casita en el salón y recortar trozos para manualidades. También teníamos por primera vez un coche y podíamos ir rápidamente al supermercado y sin compartir autobús con otros mortales.

¿Compramos más legumbres, pasta y harina? Sí. 
¿Compramos más jabón? Sí
¿Compramos más desinfectantes? Llegamos tarde.
¿Compramos más guantes? No, tenemos una caja de cuando estaba embarazada de Lima que me salió una eccema horrible en las manos y no quería cocinar la cena de navidad con invitados y las manos sangrando.
¿Compramos mascarillas desechables? No, me puse a coser como loca de camisetas viejas cuando dijeron que desconfinaban.
¿Hicimos pan? Sólo una vez y salió fatal.
¿Compramos zapatos para los niños cuando se avecinaba el desconfinamiento? Sí, Lima y yo teníamos las botas de pelito y salimos casi en verano. Además aumentó una talla. Kumquat no, a Kumquat siguen sin crecerle los pies, mi obsesión.
Webinares a los que he asistido: 0. 
Reuniones por Zoom: perdí la cuenta. 

Para Lima la primera semana fueron unas vacaciones como yo recuerdo las vacaciones. No había colegio, los padres seguían trabajando y nadie viajaba. Tiempo libre en casa con un montón de niños. Fue la locura, jugaban todos los del barrio, salían con las bicis y hacían cabañas, muchas cabañas. 

Pomelo trabajaba encerrado en el dormitorio, pusimos la mesa que teníamos en el jardín. Se ahorraba los trayectos al trabajo y comía casero.

Kumquat empezó a ver la tele, que preste atención durante un rato a algo me parece increíble. A media mañana lo subía al bipedestador, le ponía la tele y un plato de fruta: bipedestación, atención mantenida y motricidad fina, toma ya.

Y yo... no me acuerdo, sobrevivía supongo. Aprovechaba para hacer la comida corriendo mientras Kumquat estaba en el bipedestador.

A la semana se dijo que los niños no iban a jugar juntos, que separábamos los jardines. Los de un lado hicieron un horario para que saliesen sólo hermanos. En nuestro lado Lima jugaba a muñecas con la vecina sentadas cada una a un lado de la línea imaginaria que separa los jardines. A Kumquat le seguíamos dando paseos por el barrio cambiando de acera cada vez que venía alguien. Pomelo incluso lo llevaba en la bicicleta a dar paseos más largos. Aquí pasear en familia y hacer deporte estaba permitido.

Seguíamos con la compra online pero tardaba más días en llegar. Pomelo salía una vez a la semana a comprar fruta y pan. Cuando volvía se duchaba, metía la ropa y las bolsas a lavar y desinfectaba el móvil, los zapatos, la cartera, las llaves... Y yo fregaba cada pieza de fruta con jabón de los platos. Kumquat mientras tanto intentaba chuparlo todo.

En la guarderías cuidaban a los niños de médicos y otras profesiones que no podían trabajar en casa y nos mandaban fotos de las actividades que hacían y propuestas para hacer en casa.

De las clases de música de Lima nos mandaban vídeos y deberes, conseguí que los hiciese la primera semana. Con la gimnasia nos fue mejor, hizo los vídeos de ejercicios tres semanas. Estuvo preocupada porque una vez a la semana los mayores de la escuela infantil hacen clases de preescolar y decía que sin esas clases no iba a llegar preparada a primaria que empieza en septiembre.

Kumquat se quedó sin terapias. Eso ha sido fuente de sufrimiento para muchas familias. Niños que sufren sin rutinas y niños que no sólo no avanzaban sino que tuvieron un retroceso en su desarrollo psicomotor. Familias sin descanso encerradas con niños que no se entretienen o que gritan todo el día. Por suerte Kumquat no tuvo ningún retroceso.

Hicimos muchas manualidades. Os aconsejo que vayáis guardando todos los canutillos del papel higiénico para el próximo confinamiento. Usamos los canutillos y las cajas de cartón de dos paquetes de pañales. Ahora son obras de arte que no podemos tirar.

Se nos rompió la lavadora. Pomelo compró otra online inmediatamente. Cuando llegó los niños del barrio que estaban un poco aburridos y un poco desmadrados rodearon el camión. Los niños volvieron unos días a los ochenta, eran libres, sin obligaciones y sin adultos que pudieran dejar las suyas.

La lavadora nueva tiene una puerta para olvidos, me pareció una chorrada... la uso CADA VEZ que pongo la lavadora. Tiene un poco más de capacidad que la anterior, ahora no me cabe una colada en el tendedero, tened esto en cuenta.

La lavadora nueva llegó pero los chatarreros que pasaban cada dos semanas dejaron de venir por el confinamiento. Dejamos la lavadora vieja en el pasillo. Si habéis seguido con atención tenemos en 80 metros cuadrados: cuatro personas confinadas, los aparatos de un niño con discapacidad motora grave, una caja de cartón gigante, varias cajas de pañales y una lavadora en el pasillo (el pasillo por el que hay que desplazar los aparatos del niño).

Continuará... 

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