martes, 3 de diciembre de 2019

Kumquat dejando huella 1

Como ya he contado los adultos de esta familia no tenemos trabajo. Pomelo está recibiendo el Arbeitlosengeld I (el paro) y yo estoy también apuntada en la oficina de empleo como desempleada en búsqueda activa, lo que nos da derecho a que si al asesor de la oficina de empleo le parece bien nos pagan cursos especializados carisísimos.
Tal vez podría pedir el Arbeitlosengeld II (la ayuda social), pero me da por un lado pereza porque es tan complicado como hacer la declaración de la renta, que ya la has hecho y podrían usarla, pero no. Además la última vez me la denegaron, aunque nuestras condiciones han cambiado mucho. Y por otro me da miedo de que me exijan tantas cosas que de forma paradójica no me dé la vida para buscar empleo. Porque la ayuda social no es gratis, la ayuda social conlleva un desgaste psicológico enorme. La ayuda social es hacer gestiones con sus colas de horas en un lugar deprimente cada semana, es hacer cursos generales de búsqueda de empleo básico y poco útiles para lo tuyo. Es muy probable que un curso de idiomas presencial e intensivo cuando ellos quieran. Es hacer un trabajo para la comunidad. Es estar sometido a presión de que cambies de sector, de ciudad o de condiciones de vida. Que sí, que vives del estado y te pueden exigir lo que les dé la gana, pero yo quiero atender a mis niños y buscar trabajo de lo mío sin desgastarme en gestiones que no me acercan al objetivo. Pero bueno, en cuanto me pille una mañana sin recados ni citas médicas me pongo y relleno la solicitud.
A Pomelo no le exigen en principio mucho, mandar cinco solicitudes de empleo al mes y presentarse a la llamada arbitraria del asesor, comunicada por correo ordinario con dos días de antelación, para que no se vaya de vacaciones sin avisar. Y ahí está el absurdo. Que te vigilan y te exigen para darte un dinero que a mi parecer te pertenece. Cuando trabajas pagas un seguro de desempleo al Estado, pues en el desgraciado caso de que estés en situación de desempleo te tienen que dar lo acordado en ese seguro ¡como todos los seguros! No es ni una ayuda, ni una beca, ni un regalo. Tú verás lo que haces con lo que te corresponde. 
Partiendo de esa situación paternalista de desconfianza, le llegó a Pomelo la última cita con el asesor. Era justo a la única hora de la semana que trabajo. Pomelo llamó inmediatamente para cambiarla o simplemente correrla media hora para poder dejar a los niños en la guardería. Porque no había forma humana de desde que abren la guardería dejar a cada uno en su respectiva guardería y llegar a la cita. El asesor se puso borde y amenazó con quitarle el paro si no acudía a la cita. Que si no tenía a quien le cuidase a los niños por la mañana no podría tampoco trabajar, que no tenía disponibilidad. Recuerdo que la cita llega dos días antes, encuentra en dos días a quien coja a dos niños pequeños. Y tiene la poca vergüenza de compararlo con un trabajo, que obviamente no sale de un día para otro. 
Así que Pomelo se llevó a los dos niños y los tuvo allí chillando en la oficina mientras intentaban hablar. Lima se porta bien pero es una niña movidita y curiosa y Kumquat no entendía nada y empezó a chillar. El asesor con cara de disgusto con cada chillido, haciendo gesto de me duelen los oídos. Pomelo pidió que viniese su superior para quejarse porque no lo dejaban conciliar y lo amenazaban injustamente, además Kumquat no puede faltar así como así a la guardería porque tiene sus terapias y la plaza en especial la pagan servicios sociales y hay que justificar las faltas. Vino la encargada, todos discutiendo nerviosos, Kumquat llorando... Y pasó.
Pasó que Kumquat tuvo una crisis del llanto de las fuertes, dejó de respirar, se puso azul y se desmayó. Pomelo lo asomó al fresco de la ventana para que reaccionara. El asesor no sabía qué hacer, la jefa se ofreció a llamar una ambulancia, Pomelo dijo que sí y cuando iba a llamar Kumquat reaccionó. Justo salían de la oficina cuando yo llegaba de dar mi clase. Vi salir al asesor temblando y con risa nerviosa decía “ya está aquí la mamá, todo está bien” y la jefa iba pálida y en shock.
El asesor le dio un huevo Kinder a cada niño y que a partir de ahora planearán las citas para que le vengan bien. Pero todavía va y dice que es que Pomelo no le había dado todos los datos de su situación, mira, mira, mira, mi-ra...