miércoles, 19 de septiembre de 2018

La Clemen y la tecnología


Pues no es que no tenga nada más que contar, ni que me haya salido el trabajo de mi vida, ni me he olvidado del blog, ni me he muerto ni nada. Lo que pasa es que hemos pasado un mes en Colombia de vacaciones a ca los abuelos y al llegar a Alemania se me ha escoñado el móvil. Y ya le había cogido el gusto a hacerlo en el móvil y me ha costado mucho volver a sentarme como las personas delante del ordenador.

En estos dos meses he acumulado un montón de temas para contaros. Las vacaciones en Colombia, por supuesto. El vuelo con dos niños, uno de ellos con sus circunstancias especiales. La maleta minimalista para cuatro (grabé un vídeo, si consigo editarlo lo pongo en Youtube). Mi experiencia con el cocinado en serie y el intento de dieta flexitariana. No pude hacer vídeo pero mejor, lo hago cuando me salga más fluido. La evolución de Kumquat, las extraescolares y mis experimentos de limpieza minimalista, unos buenos y otros malos. Y una boda entre uno de los compis raritos de Pomelo (es que en Física encontrar gente como los de BIg Bang Theory no es raro y a veces la realidad supera la fición) y una pastora protestante en la Alemania profunda.

Hoy voy a empezar por contaros mi capacidad para la destrucción. A mí las cosas me duran mucho, pero mucho, no me aburro de ellas, no me importa que se vean usadas y me da mucha pereza ir de compras. Lo que pasa es que a Pomelo le duran más todavía y por comparación salgo perdiendo. Tenemos ropa de cuando nos vinimos a Alemania por primera vez en 2004, pero en plan camisetas, ropa interior, toallas y cosas que están pensadas para que duren tres meses.

Mi primer ordenador me lo compré a medias con mis hermanas en el 2000. En vez de ratón tenía una bolita muy pequeña de gomaespuma. Con ése aprendí a programar e hice todos los trabajos de la carrera de Física. Pero un día la versión nueva de Messenger no se instalaba porque el Explorer era muy viejo, pero el nuevo Explorer no se instalaba porque Windows era muy viejo, pero el nuevo Windows no se instalaba porque no cabía. Y oye, antes del Whatsapp, sin Messenger no podíamos vivir.

Nuestros ordenadores portátiles actuales (y únicos, y eso que Pomelo programa y analiza millones de datos) son de 2010 y parecen Netbooks, pero el mío no ha sobrevivido (me lo regalaron mi hermana mayor y mi madre, ay). Se me rompió la parte donde se une la pantalla con el teclado y bueno seguí tirando, pero el disco duro rascaba al girar, mmm peligroso, pero es que encima se me instaló el Windows ese de la Muerte sin yo consentirlo explícitamente y perdió por el camino cosas de arranque. Tuve que ceder a que Pomelo me instalase el Ubuntu o Kubuntu o lo que sea, porque total yo no podía hacer nada y si quería rescatar los archivos tenía que dejarlo hacer. Me duró poco más, estaba ya muy jodido y el año pasado murió del todo. Ahí lo tengo en un cajón a ver si Pomelo me puede rescatar algo y me lo resetea para pegarle fuego reciclarlo. Así que ahora uso el de Pomelo, que es exactamente igual pero nunca ha llevado Windows desde que llegó a sus manos.

Desde aquí hago un llamamiento a los que hacen Ubuntu, Kubuntu o lo que sea, por favor, hacedlo para tontos como el Windows. En vez de mirarnos por encima del hombro, hacedlo para que queramos usarlo y no queramos volver al dominio del imperio. No quiero abrir la cosa de escribir comandos, quiero poner en Google, por ejemplo, “programa para editar vídeos de Youtube” y que me salga en el centro de la pantalla un botón grande y llamativo sobre el que hagas clic, se instale directamente, aparezca el icono en el escritorio, lo abras y funcione todo estupendamente.

Los cables de los móviles y de los ordenadores también hemos tenido que cambiarlos, según Pomelo yo me los cargo, pero vamos que no les hago nada raro. Eso sí fabricantes de cargadores de móviles, por favor, hacedlos más largos, joder, tanta tecnología y no podéis poner unos centímetros más de cable, que me siento en el sofá y el conector siempre me queda en tensión mientras el teléfono carga. El conector, mi hombro, mi muñeca y mi espalda.

Luego viene mi experiencia con los smartphones. He tenido tres desde 2013. El primero era un Samsung pequeñito que le regalaron a mi hermana por cambiarse de compañía telefónica. Le tenía que vaciar la memoria de vez en cuando, pero a mí me valía. Hasta que un día cayó desde una mesa completamente boca abajo y el táctil dejó de funcionar. No me merecía la pena arreglarlo, así que me compré uno chino ZTE de plástico por 50€, no me duró ni un año, pero no tuve yo la culpa, se le hinchó la batería y no cargaba, era malísimo, así que no me dio pena. Pomelo me echó mucho en cara lo mal que había hecho por comprarme esa ganga mierda un teléfono barato, así que me compré un Samsung güeno güeno, grande y pesado, lo compré con protector de pantalla y funda. Bueno pues se me ha caído desde el sofá completamente plano boca abajo y la pantalla se empezó a poner lila y luego se quedó negra. Me dio un bajón muy grande. Se rompió la pantalla y mi autoestima en mil pedazos.

En esta angustia vital andaba cuando le puse a Lima el Skype en el ordenador de Pomelo para que hablase con su tía. Y para una vez que Lima está quietecica y formal, bien sentada delante de la mesita (la mesita es de tres patas porque a Pomelo le gusta ese estilo retro-moderno-minimalista que se lleva ahora). Lima se movió en la silla, le dio sin querer a la mesa, volcó, el ordenador cayó al suelo y la pantalla quedó con píxeles de colores aleatorios. Por suerte no pasó nada, pero perdí varios años de vida y tengo diez canas más.

Y mi última destrucción ha sido la más ridícula de todas. Querido profesor Ibáñez, me merezco todos los suspensos que me puso en Termodinámica, pero a lo mejor tampoco merecía perder todas las becas por ellos, que una es de origen más bien humilde. Pero si me lee, no pida un cambio de expediente, no devolveré mi título NUNCA. Pues estaba yo tan feliz haciendo esta receta de pan
https://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2015/06/16/receta/1434463272_197954.html y pone que hay que meter una bandeja en el horno y cuando esté caliente echarle agua. Un pequeño detalle es que pone que sea metálica. Yo que tengo terror a estas cosas y que siempre soy muy cuidadosa con el vidrio frío o caliente. Pues iba tan loca haciendo cosas a contrarreloj y siguiendo la receta tan al pie de la letra que no pensé, yo es que soy muy bien mandada. Como no tengo bandejas metálicas, metí una fuente de horno en el susodicho horno, lo puse a tope y ya caliente había que echarle un vaso de agua para hacer vapor y... lo que pasó a continuación os sorprenderá (no). Abrí el horno caliente y eché un vaso de agua fría en una fuente de vidrio a 250°C, pegó una explosión que parecía una bomba, no me saltaron vidrios a la cara de milagrito. Por lo menos aprendí por fin cómo sacar la puerta del horno para limpiarlo.

La Clemen en el blog ¿Y de verdad tienes tres?

Durante Agosto me publicaron un texto en el blog http://www.ydeverdadtienestres.com/ y me hizo muchísima ilusión que Vanesa Pérez me contactase para escribir en su blog sobre mi experiencia con Kumquat y su discapacidad. Muchas gracias Vanesa.

Su blog me gusta mucho, habla de su experiencia con mucha sinceridad y también tiene un espacio para dar voz a otras familias que viven con la discapacidad infantil. Esto es importantísismo, para los que vivimos con la discapacidad infantil nos ayuda conocer otras experiencias, ver cómo hace cada uno para resolver sus problemas y para compartir sentimientos. Y para los que no conocen la discapacidad de cerca, para concienciarse, normalizarlo y prepararse porque eso nos puede llegar a todos. Echadle un ojo, os enganchará.

Os dejo el enlace de mi aparición en "¿Y de verdad tienes tres?":

http://www.ydeverdadtienestres.com/retraso-del-desarrollo-sin-diagnostico-conviviendo-con-la-discapacidad-en-alemania/