martes, 27 de septiembre de 2022

Dejando espacio para una nueva etapa

Una vez que nos concedieron el crédito para la reforma ya no había marcha atrás. Ya no era un plan en el aire, ahora nos estaba costando mucho dinero de verdad.  Así que prácticamente hicimos jurar sobre la Biblia al constructor que iba a empezar la obra durante las vacaciones de Lima.
 Pero no sé si habéis oído algo de una pandemia y una guerra, esto y lo otro, los materiales si están, son tres veces más caros. Si están. En agosto. Todos los almacenes y transportistas de vacaciones, tiendas que abren media jornada. Temperaturas de 40°C, ideales para darle al pico.
A pesar de todo, cogimos billetes de avión para los cuatro. Os recuerdo por si este tema os ha pasado desapercibido que seguimos en pandemia y en guerra, en fin, cositas. Lo de montar a Kumquat en avión lo dejaré para una entrada aparte.
Por cierto, cuando tomamos la decisión de empezar, el tema de la guerra lo veíamos encima. Estábamos entre cómo nos vamos a gastar los dineros en este momento y hagámoslo rápido que es un plan genial para escapar de aquí.
Dentro de nuestro plan, estaba también el trabajo de Pomelo. Teletrabajaría desde el campo en España, demostrando que es súper eficiente y que pueden confiar en él para hacerlo cada vez que lo necesitemos. Esta parte salió bien, confiaban en él y no le pusieron ni media pega. Pero implicaba que teníamos tiempo limitado para organizar el trabajo y que yo estaba con los niños mientras él trabajaba.
Otro gran problema era dónde vivir, en Villa Cítrica imposible (éste no es el nombre de la casa, pero cada cosa a su tiempo). Pero GRACIAS a una amiga, pudimos quedarnos en su casa en el pueblo. Vivir en el pueblo, fue otra experiencia, yo siempre había estado en el campo o en la ciudad. Ya os contaré también cómo nos apañamos con Kumquat y sus necesidades en una casa ajena.
La primera semana la dedicamos a vaciar la planta baja que es la que se está reformando. Qué cosa más complicada física y psicológicamente. Una casa con los recuerdos de una familia de seis, más las cosas de generaciones anteriores. Para mí imposible saber qué es viejo y qué es "antiguo", qué tacita tiene valor sentimental y qué tacita se compró en el Pryca porque era la más barata. Pomelo intentando meter cosas en cajas o bolsas de basura, según procediese. Me preguntaba a mí, yo le preguntaba a los demás, nadie sabía. Aparecían cosas de mis padres, pellizquito en el corazón. Los muebles son antiguos (o viejos, yo qué sé) pero necesitan ser restaurados y además no nos gustan la gran mayoría. Pusimos varias cosas en Wallapop y otras las sacamos para que se las llevase el ayuntamiento. Pero teníamos tiempo limitadísimo para organizar que viniesen a por las cosas, en agosto, a 40°C.
Conseguimos vaciar todo justo a tiempo. Lo bueno es que podíamos subir cosas a la parte de arriba para ir decidiendo. Lo malo es que podíamos subir cosas a la parte de arriba para ir decidiendo. Pero ya está más o menos todo cladificado y va a ser más fácil cuando vaciemos arriba. No, no lo va a ser.
Conseguimos hacerlo GRACIAS (GRACIAS, GRACIAS) a la familia, que se ocuparon de los niños, de la comida, de cargar muebles y de darnos todo tipo de apoyo material y moral.
Las obras empezaron, pero eso para el siguiente capítulo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi limonero se riega con tus comentarios.