lunes, 25 de junio de 2018

Guardería para Kumquat 2. La guardería especial

Y llegó el día de ir a donde nadie querría ir nunca, al lugar donde no quieres dejar a tus hijos. Donde las pesadillas se hacen realidad, donde todos los miedos del embarazo y primera infancia se encuentran: la guardería de educación especial.

No me di cuenta de lo mal que lo llevaba hasta que Lima se despertó en medio de la noche como hace todas las noches cada dos horas y le pegué un grito. Entonces fui consciente del rechazo incluso físico que sentía a ir allí.

El caso es que Kumquat y yo vamos casi todas las semanas allí al grupo de padres con niños con necesidades especiales. Y de allí es también la pedagoga de estimulación temprana. Es un lugar que ofrece un montón de servicios a la discapacidad.

En esta guardería hay varios grupos de Krippe, Kita y especial. Según las necesidades de los niños los pasan a un grupo o a otro. Así que en el patio hay, por ejemplo, niños acostados en el suelo mirando como otros corren, porque a esos niños les viene mejor ese estímulo que estar en el grupo especial. Tienen fisioterapia, logopeda y ergoterapia y allí van los de las ortopedias que ajustan los carros y sillas especiales y las ortesis. Así que no tendríamos que estar yendo a otros sitios. Además está todo adapatado y las pedagogas son especialistas en educación especial.

En la primera visita conocimos a otra niña menudita como Kumquat y también con gafas. Kumquat y la niña se vieron, se sonrieron y se comunicaron a su manera, me pareció muy gracioso. Los otros niños no interaccionaban. Nos quedó la curiosidad de qué tiene ella, cada vez que vemos a un niño con discapacidad lo analizamos disimuladamente, intentando encontrar similitudes y descubrir qué le pasa a Kumquat. En el grupo de padres también conocimos a un futuro compañero, alto prematuro, un poco rígido y con los ojos para arriba. La madre harta de no encajar en ninguna tabla de peso y desarrollo, decía que ya no le importaba si el niño iba a gatear,  que lo que le importaba es que estuviese sano. Y yo lo miraba y decía “ gensanta, define sano”. Pero vamos que Kumquat está prácticamente igual aunque fijando la mirada y sonriendo.

La verdad es que el sitio me gustó y hemos pedido plaza. No está claro si en otoño habrá plazas libres, porque dependen de que los mayores pasen a primaria y eso en esta guardería no es obvio. En Alemania para entrar a primaria miran la edad y el desarrollo, si van más lentos pueden esperar a madurar un año más en la guardería. No me parece mal, pero claro da mal rollito cuando tu niño no puede pasar a primaria y sus compañeros sí.

Kumquat empezaría en el grupo especial con una adaptación muy lenta y si ven que necesita más estímulo lo pasan al grupo de integración (niños normales más dos o tres con necedidades especiales). Tenemos que ir muy despacio porque aunque no es intenso como Lima, se cansa muy rápido y necesita dormir varias veces al día. El problema es que si está muy cansado y se pone a llorar le dan espasmos del llanto que son el HORROR.

A cualquier guardería que vaya le darían una silla especial y si nos queda difícil llevarlo por distancia y organización familiar nos pondrían transporte. En las aulas de especial cada niño tiene su silla adaptada, Kumquat tiene una que se inclina, sube y baja con mecanismo hidráulico, así puede llegar a mesas de mayores y a mesas de niños. También está hecha a medida para sujetarle la espalda y con sujeción en el pecho. Por su hipotonía no puede estar sentado por sí mismo, se chuchurre. Necesita mucha sujeción y estabilidad para que no se le tuerza la columna (este tema nos tiene muy preocupados) y para que deje de echar los brazos hacia atrás para mantener el equilibrio y así pueda coger cosas para comer y jugar (en esto ha hecho un gran avance).

Lo más importante al final es que creemos que aquí le van a dar todo lo que necesita y van a aprovechar al máximo su potencial. Y sobre todo deseo que esté a gusto y que disfrute.

miércoles, 13 de junio de 2018

Guardería para Kumquat 1. La guardería de integración

Esta semana toca elegir guardería para Kumquat. En Alemania lo normal es llevar a los niños a guardería (Krippe) o a mamá de día desde que tienen un año hasta los tres. A los tres pasan al Kindergarten hasta que van a primaria con seis o siete años. El Kindergarten o Kita suele estar en el primer piso y el Krippe en la planta baja. Hasta que entran a primaria hay que pagar, no hay preescolar público, aunque imagino que te lo pagan si recibes ayuda social, no sea que uses eso como excusa para no buscar trabajo. Todas las guarderías y mamás de día cuestan lo mismo. Los padres pagan al ayuntamiento y ellos pagan la parte de los padres y la suya, es algo así como concertado o copago.

En principio hay plazas para todos, pero conseguir una plaza cerca es muy difícil. No dependen del curso escolar, puedes entrar cuando quieras, pero al empezar el curso tienen un montón de plazas, aunque van cogiendo uno o dos niños cada mes para hacer una adaptación personalizada. Para conseguir plaza donde y cuando quieres tienes que abrirte una cuenta en la página del ayuntamiento nada más ver el predictor y ponerle una vela a san Antonio.

Cuando me quedé embarazada empecé a hablar con la mamá de día de mi barrio cada vez que la veía, de hecho incluso antes procuraba saludarla y que nos tuviese en cuenta. Como no trabajo tenía flexibilidad para dejarle a Kumquat en cuanto hubiese plaza libre. Acordé con ella que en primavera después del primer año lo metía. Pedí la plaza en el ayuntamiento y todo iba bien, hasta que dejé de verla. Un día llamé a su casa y me dijeron que ya no era mamá de día y poco después del ayuntamiento me dijeron que eligiese otra plaza. Pues resulta que la señora se había muerto, nos enteramos por un vecino. Y ya era muy tarde para conseguir otra cerca y ya sabíamos que Kumquat tenía un retraso del desarrollo.

Miramos otra, no nos gustó. Teníamos que ir a terapias. Ya no podía sentarse en los carros de paseo de las mamás de día. ¿Cómo iban a atenderlo con otros cuatro bebés? No puede gatear ni sentarse ¿cómo le van a dar la comida?¿dónde lo ponen mientras le ponen los zapatos a los demás? Y entonces la guardería de Lima saca plazas de integración.

Perfecto. Allí los cogen a partir de los dos años, pero no pasa nada, yo no trabajo, Kumquat está con sus terapias, puedo atenderlo todo el rato. Mejor para él. Hablo con la directora y Lima empieza a hacerse ilusiones de tener allí a su hermanito. La cuidadora le hace mimos cada día cuando recogemos a Lima y los demás niños lo ven cada día y le hacen monerías.

Llega el momento de hacer la matrícula. Como es integración no se puede hacer en la página web, sino que tiene que ser a través de la trabajadora social del ayuntamiento. Nos hace una visita en casa y habla con la directora. Entonces quedo con la directora y me dice que no coge al niño, que allí no lo pueden atender. Que no hay ascensor para el piso de arriba, que el cambiador está en el pasillo y que por ser de integración solo les pagan de más una cuidadora diez horas a la semana y que una de las que tienen sea de educación especial. Es verdad, pero me quedo con un nudo en la garganta porque siento que lo están discriminando. Y va y me dice que si tiene conciencia de sí mismo se sentirá frustrado entre niños normales, que en una guardería especial serán como él. Claaaro porque las discapacidades son todas iguales. Y si fuese negro no lo pondríamos con blancos que igual se siente diferente. Uy y los niños son tan crueles, a ver si se van a reír de él, ni que esto fuese un lugar para educarlos. Esta señora cuando nos entrevistamos con ella para meter a Lima, nos enseñó las instalaciones y cuando llegó al rincón de las construcciones dijo que las niñas “también” juegan a las construcciones. Este es el nivel del que estamos hablando. Menos mal que está en su oficina y solo está con los niños en momentos puntuales.

Así que las opciones son guardería de integración donde lo admitan o guardería especial si es que hay plaza en el momento que queremos. La trabajadora social nos ha hablado de dos guarderías especiales, pero una nos queda muy lejos y no tenemos coche. En principio por tener necesidades especiales tiene derecho a transporte pero tan lejos no es práctico.

Al final es la pedagoga de estimulación temprana, que viene a casa todas las semanas, la que nos da el contacto de una guardería de integración bien preparada y relativamente cerca. Tuvimos una cita con la directora. Cogen a dos niños con necesidades especiales por grupo, hay sala de terapias, tienen logopeda y ergoterapeuta propios. Y lo mejor de todo es que la fisioterapeuta de Kumquat y la pedagoga de atención temprana pueden ir allí a hacerle las terapias. La directora dio el visto bueno y nos dejó probar hora y media.

La prueba fue muy bien, la cuidadora es tranquila, cariñosa y respetuosa. Eran cuatro adultos para menos de diez niños. El otro con necesidades especiales del grupo es diabético. Los niños lo pasan bien, pero no hay jaleo. Es una guardería muy grande, pero este grupo está en la parte vieja que es un caserón antiguo, así que el ambiente es un poco como de mamá de día.

Esta semana también voy a conocer la guardería especial. Y espero que ya podamos tomar una decisión y matricular a Kumquat. Pero eso os lo contaré en la próxima entrada.

viernes, 1 de junio de 2018

Los planes no siempre salen bien

Si la vida te da limones...Cómo odio esa frase. Primero porque considera los limones algo negativo. Soy de Murcia, un limón no puede ser negativo NUNCA. En Murcia se le echa limón escurrido por encima hasta a la limonada. No hay caldo, carne o pescado que no admita un chorro de limón. No hay nada que refresque más en verano que un granizado de limón y no hay nada mejor que la ralladura de limón para aromatizar cualquier postre.

...haz limonada. Maldito positivismo. No me gusta nada esa sensación de no poder estar triste, ese ¿estás mal? no estés mal. Lo malo es malo, no tiene nada bueno, no quiero lo malo para nada. Se puede tirar para adelante, eso sí, hago limonada o lo que sea pero no gracias a lo malo, sino a pesar de lo malo.

Contaba en la primera entrada de este blog que estoy en Alemania criando una lima. Pues bien, eso fue hace dos años. Poco después de escribir esa entrada Kumquat llegó a nuestras vidas. Como tenía a Lima en la guardería y me sentía con fuerzas, nos lanzamos a por el segundo. Queríamos tenerlos lo más seguidos posible después de recuperar fuerzas tras el primer bebé, así seguíamos en modo crianza a tope pero también terminábamos en pocos años y yo podía volver con el resto de los adultos.

Los planes no siempre salen bien. Después de los primeros tres meses con el bebé, cuando parece que ya todo va cuesta arriba, nunca más embarazo, nunca más postparto, ya no más bebé chiquitito y delicadito, resulta que algo va mal con Kumquat. Ahora tiene un año y medio, retraso del desarrollo y ni idea de qué le pasa. Todo apunta a una enfermedad genética rara. El plan D se complica, la crianza a tope no va a terminar para mí, de hecho se va a ir complicando. Cinco años fuera del mercado laboral y con una situación familiar muy compleja.

Para colmo ahora nos falta el abuelo y eso precipita la situación con el plan E. Se nos viene el marronazo de una casa familiar que se cae a pedazos en el campo y un terrenito de secano con unos almendros semiabandonados.

Estos son mis limones.

¿Alguien ha dicho limones? Vengo del campo y nunca me planteé la importancia del limón. Los domingos, cuando la paella estaba en la mesa salía a la calle, iba al limonero y cogía un par de limones. En verano nunca faltaba una olla de granizado hecho por mi padre en el congelador. La carne asada y el pescado siempre sabían a limón. ¿Una sopa de pollo sin limón? Eeej. Pero me vine a Alemania y se acabó el limón. En la economía de estudiante no entra comprar limones en el súper. Y claro un limonero no es como una macetita de perejil. Se acabó, he empezado a comprar limones, pero no es lo mismo. Quiero mis limones, quiero mi limonero en el jardín. Pero no tengo jardín. Maldita sea, tenemos que hacer algo, la vida es ahora. ¡Hagamos limonada! Si el plan E sale adelante, todos podréis tener vuestro propio limonero.

Si te interesa apadrinar un limonero en una explotación muy casera y familiar, donde puedas coger tus propios limones cerca de playas preciosas, sigue este blog. Te iré contando cómo ponemos en marcha el proyecto y podrás ser partícipe desde el principio.

También contaré los progresos y retos que nos plantea Kumquat. Hacer visibles la discapacidad y las enfermedades raras es fundamental para la inclusión.

El plan E



Escribir un blog con la pretensión de que te lean es una idea bastante presuntuosa. Sin embargo me gusta escribir por el placer de hacerlo pero nunca lo hago. Es algo así como hacer ejercicio, algunos deportes son divertidos pero da muchísima pereza. Siempre está la excusa del tiempo o cualquier otra. Abrir un blog es como tener un abono al gimnasio, una excusa para obligarte a hacer algo que en realidad te gusta.

También hay gente que va al gimnasio por salud y lo odia profundamente. Yo no podría hacer eso. Si pudiera hacer ese tipo de sacrificios habría estudiado para notaria y estaría igual de parada pero con la conciencia tranquila preparándome mis oposiciones. Pero no, yo suelo meterme en cosas que me gustan y me metí en Física...

Y eso me ha llevado a estar en Alemania empezando un blog mientras me tomo un capuccino en una cafetería a las diez de la mañana. Aquí lo de los lunes al sol es complicado. Por suerte me puedo permitir el lujo de tomar un café fuera, bueno por suerte no, porque me mantiene mi Pomelo. En mi defensa diré que yo iba a sentarme en la biblioteca y a beberme mi agua del grifo, pero resulta que cierra los Jueves. Qué le vamos a hacer.

Así que aquí estoy, diciéndome a mí misma que en realidad no estoy perdiendo el tiempo, que me van a leer cientos de millones de personas y que esto va a servir para darle publicidad a los futuros frutos de nuestro plan E.

Plan A: hacer una Erasmus, investigar por el Mundo, viajar mientras soy joven y libre, tener un curriculum maravilloso, continuo y ascendente con el que conseguir un puesto de investigación en España y trabajar allí for ever and ever con un horario de ocho a cuatro de Lunes a Viernes. Mientras sigo viajando por placer a lugares exóticos y para cosas puntuales de trabajo a los mejores laboratorios del Mundo.

Plan B: la Erasmus abre un mundo de luz y color en Alemania (igual luz y color no lo describe exactamente) que ni de coña voy a conseguir en España. Yo no emigré con la crisis, emigré con el boom inmobiliario, pero la ciencia no ha tenido un boom jamás de los jamases (sobre esto volveré más adelante, seguro, pues anda que no me gusta a mí quejarme). Así que me hago aquí mi currículum maravilloso, ascendente y continuo y me quedo aquí con mi también exitoso Pomelo. Sí conocí a un pomelo... y eso cambia los planes.

Plan C: nos vamos a España donde Pomelo puede seguir dedicándose a la ciencia y yo me saco unas oposiciones a secundaria que para eso hice el CAP. La crisis ya no es tan fuerte, pero la verdad es que no vemos esto posible. Y por ahora vemos mejor calidad de vida quedándonos como estamos.

Plan D: nos quedamos en Alemania, Pomelo tiene un trabajo “de lo suyo” y yo me dedico a lo que pueda.

Plan E: le dan a todo por saco y nos vamos a mi pueblo a empezar un negocio de producción de cítricos ecológicos y una casa rural.

Actualmente estamos en el D con así a ojo un 48% de fracaso: trabajo una hora a la semana dando clases de español en un colegio de primaria. Gano 20€ si no son vacaciones, fiestas de guardar o toca ensayo del coro. No cotizo y no puedo ponerme mala. Hoy me he gastado 4.10€ para ir y volver del colegio que está en la otra punta de la ciudad y 2.60€ en un capuccino mientras hago tiempo para recoger a mi Lima de la guardería y así no tener que ir y volver a mi casa.

Y como tengo media hora y un culín de capuccino frío os cuento (a vosotros hordas de lectores) cómo he llegado a esta situación.

Pues estábamos aquí en las teutonias tan ricamente, con nuestros contratos temporales precarios. Pomelo con su investigación postdoctoral y yo con la mía predoctoral. Hasta que un día me armé de valor y justo antes de renovar contrato, subí a la oficina de mi profesor de tesis y con una sonrisa le dije “hasta luego Lucas”. Ya entraré en detalles más adelante, tenía mis motivos.
Decidí que iba a trabajar en industria y que era el momento de reproducirnos. Que lo que antes pasara. Y bueno, tengo una lima en la guardería y un hueco en el currículum...de tres años. Oye y dando gracias, que criar a tu bebé no tiene precio. Y al final de la vida eso va a contar más que todos los trabajos del mundo.

Fdo.: Clementinen (entera, aquí nada de medias naranjas, pero podéis llamarme Clemen).